Hola.
Hoy quisiera hablarles sobre la comida.
(Sí, ya sé que estoy escribiendo todos los días y que aburro, y que además empiezo todos los días con la misma frase: "Hola, hoy quisiera..", pero buéh).
Bueno, sigo.
Estaba diciendo que quiero hablar sobre la comida. ¿Comida? Sí, comida. Porque la comida (y disculpen que repita la palabra comida tantas veces, pero es que tengo que hacerlo) es por lejos un GRAN TEMA en mi vida. Y digo GRAN en mayúscula porque, ejem...Es gran tema.
Parto diciendo que soy vegetariana desde hace un año. No puedo obviarlo, básicamente en ello se centra mi descontrolado amor por la comida. Comencé a alimentarme de granos, cereales, lácteos, huevo, frutas y verduras varias porque me picó el buen bicho de la "vida saludable". Parece un poco frívolo, pero soy sincera, así comencé. Y bueno, a lo largo del camino han pasado cosas...
Recuerdo que todo esto partió desde hace tiempo. Desde que entré a la Universidad sentí las ganas de acercarme a esto del "vegetarianismo", pero me daba paja hacer cambios, la verdad. (todos los seres humanos tenemos esa maldita costumbre de no cuestionarnos nada que parezca medianamente aceptable por otro grupo medianamente aceptable de personas, y es así como terminamos haciendo todos cosas como si fuésemos robotszz pajeroz). Igual no niego que me costó romper esa estado de pajerismo (más de indecisión diría yo), pero cuando lo hice resultó todo bien y ha sido todo bastante chori.
Las primeras conversaciones las sostuve con Alejandro, mi gran y mejor amigo-pololo (en esa época era mi amigo no más). Comenzamos con discusiones del tipo "solucionar el mundo, o destruirlo y hacerlo de nuevo" y llegamos a la conclusión que queríamos ser vegetarianos. O bueno, en una de esas no fue tan así la resolución, pero al menos a mí se me quedó así en la mente. Desde ahí no la dejé, hasta que abandoné las carnes rojas por completo, y las blancas de manera parcial (sólo comía pescados, y entremedio con el Ale nos enamoramos y blabla, pero eso es parte de otra historia que contaré otro día).
Puede parecer reiterativo, absurdo, obvio y todas esos sinónimos que me da lata escribir, pero comer es trascendental. Aparte de que nos morimos sino lo hacemos (já, soy seca por llegar a esta gran conclusión..), si no disfrutamos este simple acto nos estamos perdiendo uno de los grandes placeres de la vida. Y creo que no hay mayor placer que los placeres conscientes...
El otro día leí en una revista un proverbio hindú (o algo así). Decía más o menos:
"Si sientes rencor, odio, cansancio o cualquier sentimiento negativo en estos momentos, no entres a esta cocina. Si quieres entrar en ella y ayudar, sacúdetelos".
(Pucha, ahora que veo no lo recuerdo bien...pero la esencia era algo así. Además, no era un proverbio, era un letrero colgado en una cocina).
Lo que creo que quiere decir este frase es, sin más ni menos, que aquello que nos llevamos a nuestra boca repercute en nosotros en todas las esferas posibles. Si cargamos dolencias, nos llevaremos dolencia a nuestro cuerpo a través de la comida. Asimismo, si logramos proyectar sanación y amor cuando comemos, el nivel de probabilidad que logremos conectarnos con ese mismo sentir es literalmente altísimo.
Debo decir, por lo mismo, que amo tanto cocinar como comer. Los dos por igual. Cuando cocino improviso, y disfruto mucho cuando veo que mis platos son aceptados por los que quiero. Proyecto todos mis deseos a lo que preparo. Así, las verduras, tan fomes para algunos, se transforman en algo delicioso. Lo mismo que las legumbres...(debo decir que dejar de comer cualquier tipo de carne animal agudiza los sabores de otros alimentos al 1000%...sé que aquel vegetariano que entre a este blog me encontrará la razón).
Pucha, podría seguir hasta la eternidad, nombrando platos tales como pastel de papas con carne de soya al más puro estilo de mi querida suegra (también vegetariana...mis respetos hacia ella), pastas con maní, arroz con lentejas, guiso de espinacas, guiso de zapallos italianos, y un largo etcétera, pero mejor lo dejo hasta acá.
Hoy quise escribir sobre esto, porque mañana cocinaré unos ricos porotos de soya con cebollín y pimentón, con una buena porción de arroz integral (mi hermana mayor tiene el antojo).
(Si alguien pretendía que iba a hablar sobre platillos y recetas, o sobre carnes porque pensó que yo soy carnívora y esas cosas, se equivocó. Lo primero lo podría hacer, pero más adelante, cuando haga un buen curso de cocina).
¡Chau!
PD: En la fotografía 1: porotos de soya. En la 2: una buena manera de mostrar la comida como sanación.
PD2: Y bueno, mi mensaje final es...¡Piense en lo que está comiendo!. Nútrase, aliméntese de la forma más variada posible, no coma carne, y sea feliz.
:).